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viernes, 11 de mayo de 2012

Comversacion en la isla


-Escribir un poema es intentar desatarse,
adivinar en qué mano está la moneda

-dije yo-. Tú mirabas
el sol igual que un fuego encima de la isla
y yo dije: -La poesía empieza
cuando ya has olvidado qué es lo que te asustaba
pero aún tienes miedo.

Yo veía
las torres blancas. Tú dijiste: -Es raro,
nos gustaría huir
pero nadie nos sigue.



Junto al agua,
partiendo nuestras vidas,
cortándonos las manos al coger los cristales,
tú dijiste: -La poesía es todo
lo que hay entre un disparo y el animal herido
.

Parecías
tan lejos, tan a salvo
de ti y de mí;
distinta igual que siempre,
rota y vuelta a armar de una manera nueva.


El sol se fue. La noche
se acercaba y yo dije: -¿Recuerdas que jugábamos
a poner nuestros años
al lado de la Historia? Por ejemplo:
aprobaste Latín y Armstrong llegó a la luna...

Y tú dijiste: -El fuego
de los días,
la suma
de las horas,
las letras de "Armstrong llegó a la luna
"...

Estábamos tan solos,
tan cansados,
como perros perdidos en medio de la lluvia,
como hombres mirando la noche desde una casa vacía.


Vi las últimas luces de la costa y el cielo
extraño encima de la playa. -A veces
-dije- no hay más que eso
y algún sitio donde ir pero ningún sitio donde quedarte
y palabras que son las piezas del abismo
y recuerdos igual que disparos en una diana.

Luego llegó la luz, el ruido azul
de la mañana,
mientras tú decías:
-Te di mi corazón y quisiste mis sueños,
te di mis sueños pero quisiste mi esperanza.

y yo dije: -Sí, es eso. Eso es todo:
una sola mujer y un millón de maneras de perderla.

Me miraste. Dijiste: -¿Y después? Y yo dije:
-Nada. Después no hay nada.
Después de eso
tenemos que estar juntos para siempre.



Nos quedamos callados,
junto al agua,
mientras la luz rompía el orden de la noche,
mientras el mar se estrellaba contra los nombres de las ciudades.
Mirando el sol sobre las torres blancas.
Cada uno observando su corazón moverse
lo mismo que un pez rojo en la oscuridad de un río.

La sombra de las torres se parecía a mi vida.


Cada uno protegido por su propio dolor,
como ángeles mirando una tormenta desde el fondo del cielo.

Ausencia


Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausenciaHay la espera de mí mismoY esta espera es otro modo de presenciaLa espera de mi retornoYo estoy en otros objetosAndo en viaje dando un poco de mi vidaA ciertos árboles y a ciertas piedrasQue han esperado muchos añosSe cansaron de esperarme y se sentaronYo no estoy y estoyEstoy ausente y estoy presente en estado de esperaEllos querrían mi lenguaje para expresarseY yo querría el de ellos para expresarlosHe aquí el equívoco el atroz equívocoAngustioso lamentableMe voy adentrando en estas plantasVoy dejando mis ropasSe me van cayendo las carnesY mi esqueleto se va revistiendo de cortezasMe estoy haciendo árbolCuántas veces me he ido convirtiendo en otras cosas…Es doloroso y lleno de ternuraPodría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación Hay que guardar silencio, Esperar en silencio.